La Armónica, Instrumento de lengüeta libre como el Acordeón, también conocido en Colombia como: dulzaina o violina. Este remoto y pequeño elemento melódico, fue la avanzada o el preámbulo de la llegada del Acordeón a nuestro suelo, este prodigio también coadyuvó en los lejanos inicios de nuestro folclor.
Acatando la propuesta comercial que le hiciese Matthias Hohner a los creadores de música folk, blues, country y rock and roll en el lejano oeste de los EE. UU, aumentó su popularidad en américa, considerándose uno de los instrumentos más vendidos en el mundo durante el siglo xx.
En muchas guerras fue la gran protagonista, hacía presencia en ambos bandos, el común denominador de los soldados en ofensivas estratégicas y fatales, fue el sonido de la dulzaina, el atractivo demoledor consistía en que es un instrumento fácil de llevar y de tocar.
La Armónica en el Valle según Tomas D. Gutiérrez, fue la novia de mil parrandas, amenizadora de incontables colitas y cumbiambas, compañera inseparable de trovadores, hoy injustamente olvidada.
Leandro Díaz Duarte, fue ese humilde hombre, a quien García Márquez le distingue su verso para el epígrafe de la maravillosa obra literaria: El Amor en los tiempos del cólera, “EN ADELANTO VAN ESTOS LUGARES: YA TIENEN SU DIOSA CORONADA” y para que enloqueciese en su búsqueda, al Noruego André Oisten Shetne, por considerarlo un grande de las letras latinoamericanas, al tenerlo en cuenta, el nobel colombiano para tal distinción. Lo encuentra en Valledupar, en su mundo de meditaciones y lo convence para que acepte el homenaje de literatura universal que a los grandes escritores conceden en Noruega.
A ese mismo personaje que este 22 de junio se le celebra el primer aniversario de su ausencia física, es menester enaltecer su memoria por ser de los grandiosos tocadores de Armónica, que interpretó el sentimiento de un pueblo con dulces acordes que hoy permiten revivirlo, como el poeta ciego o el Homero de la provincia, que derrotó las tinieblas a través del pentagrama que leyó con los ojos del alma.
La CASA BETO MURGAS – MUSEO DEL ACORDEÓN es el espacio designado para revivir esta fascinante historia.